Tropas uruguayas en una zona de conflicto, escoltando desplazados en medio del caos.
Un soldado uruguayo sigue grave tras un ataque en el Congo; su familia espera su recuperación entre dolor y esperanza.
"Vos sabés que sos fuerte, que siempre lo fuiste. Ahora más que nunca tenés que demostrarlo, amore", escribió ella, con las palabras cargadas de ese amor que se siente en la piel y en los huesos. La esposa del sargento Adrián Fernández, herido en el Congo, volcó su desahogo en redes sociales, pidiendo fuerza, oraciones, y, sobre todo, la vuelta de su compañero. La situación es delicada; lo operaron de urgencia el domingo de madrugada por lesiones en el cráneo. Ahora, está estable, pero su estado sigue siendo crítico.
El ataque que lo dejó así no fue algo aislado. Fue un episodio más en una zona que respira conflicto. Fernández, después de ser herido, fue trasladado al hospital Nivel IV en Uganda, donde los médicos luchan contra el reloj para mejorar su salud. "Te amamos con la vida", decía el mensaje de su esposa, una mezcla de esperanza y desgarro que no se puede ignorar.
En el mismo ataque murió el soldado Rodolfo Álvarez, otro uruguayo que formaba parte del Grupo de Escuadrones de Caballería Mecanizada Nº1. También hubo tres heridos más, que ahora permanecen internados bajo observación en Goma, una ciudad que ya conoce el olor a pólvora y miedo.
El Ejército, en un comunicado frío pero revelador, explicó que fuerzas ruandesas habrían ingresado al Congo para reforzar al grupo rebelde M23. Las tropas uruguayas, parte del Batallón Uruguay IV, están desplegadas en Rusayo, cerca de Goma, cumpliendo la misión de proteger la Base Logística de la ONU. Mientras tanto, también escoltan civiles desplazados hacia un lugar más seguro. Este fin de semana trasladaron a 250 personas, familias de funcionarios de la ONU, que buscan refugio lejos del eco de las balas.
El mensaje de la esposa de Fernández, sin embargo, rompe con la dureza de los informes oficiales. Es un grito desesperado, un recordatorio de que, detrás de los números y las siglas, hay vidas, familias, hijos que esperan a sus padres. "Amore, no me dejes sola con nuestra hija. Lucha esta batalla", escribió, dejando en claro que el dolor y la esperanza son dos caras de la misma moneda. En el Congo, lejos de casa, alguien pelea no solo por su vida, sino por volver a abrazar a quienes lo esperan con el alma en un hilo.
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