El cierre de Yazaki impacta a cientos de trabajadores y deja en evidencia los problemas de competitividad en la industria.
Yazaki cerró sus fábricas en Uruguay y el gobierno intenta entender las razones. Más de 1.100 trabajadores quedaron en una situación incierta.
Desde este jueves, más de 1.100 trabajadores quedaron en el aire tras el cierre de Yazaki en Uruguay. Sin previo aviso, la empresa japonesa apagó las luces en sus plantas de Las Piedras y Colonia del Sacramento, dejando un hueco en la industria y un problema grave para las familias que dependían de esos empleos. La noticia sacudió tanto a las autoridades que se van como a las que llegan, generando preocupación y preguntas sin respuestas claras.
Hasta hace nada, Yazaki fabricó el cableado para las camionetas Hilux que salen de la planta de Toyota en Zárate, Argentina. Todo parecía seguir su curso, tanto que en 2024 se había renovado el convenio con la automotriz y hasta tomó más empleados en enero. Pero el panorama cambió de golpe: en un comunicado, la empresa anunció que bajaba la cortina en Uruguay, atribuyendo la decisión a los altos costos de producción ya las constantes interrupciones por conflictos sindicales.
Del otro lado, los trabajadores tienen su propia versión. Para Carlos Martínez, quien lleva 18 años en la empresa y es parte del sindicato, el argumento del impacto de los paros no se sostiene. Según él, Toyota nunca tuvo problemas con el abastecimiento, por lo que la repentina salida de Yazaki no tendría una explicación tan sencilla.
Mientras tanto, la producción se muda a Argentina y Paraguay, dejando en Uruguay la incertidumbre. Este viernes, las autoridades del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social se reunirán con los representantes de la empresa para intentar entender qué pasó realmente y, quizás, encontrar una salida. Desde el gobierno, tanto el actual como el electo, coinciden en que la situación es preocupante.
El designado ministro de Trabajo, Juan Castillo, no ocultó su sorpresa por la “intempestiva” decisión de la empresa. Para él, no es solo un cierre más, sino un golpe fuerte para dos ciudades y más de mil familias que dependían de esos empleos. Desde la Cámara de Industrias también se mostraron alarmados. Gabriel Murara, vicepresidente de la entidad, señaló que la decisión de Yazaki se tomó lejos de Uruguay y que responde a problemas de competitividad, productividad y costos.
En el sindicato advierten que esto se veía venir si no se mejoraban los beneficios para la industria autopartista. Según Darío Dárdano, de la Confederación de Sindicatos Industriales, Paraguay y Argentina estaban ofreciendo incentivos extra, mientras Uruguay se quedaba atrás. En este sector, las empresas van donde les conviene más y, al parecer, el país ya no les resulta tan atractivo.
Más allá de las explicaciones, la realidad es que más de 600 mujeres jefas de hogar, entre otros trabajadores, quedaron sin empleo de un día para el otro. Reinsertarlas en el mercado con la misma calidad de remuneración será un desafío. Para Murara, esto refuerza la necesidad de una política industrial clara y sostenida en el tiempo, algo que, según él, Uruguay no tiene.
El cierre de Yazaki deja sobre la mesa una pregunta más grande: ¿cuántas empresas más podrían seguir el mismo camino si no se revierten los problemas de competitividad? Lo cierto es que la producción ya se fue, los trabajadores quedaron sin empleo y ahora la pelota está en la cancha del gobierno, que deberá decidir si hay margen para revertir la situación o si esta historia ya está escrita.