Los adolescentes enfrentan un desafío creciente para distinguir entre información real y noticias falsas en un mundo digital dominado por la IA.
Los adolescentes enfrentan una crisis de desinformación digital donde la inteligencia artificial y las redes sociales dificultan distinguir la verdad de la mentira en internet.
Los pibes no son más ingenuos que antes. Lo que pasa es que internet está más tramposo. Noticias falsas, información manipulada y ahora la inteligencia artificial metiendo mano en todo. Así, cada vez es más difícil separar la posta de la mentira.
Un estudio reciente lo dejó clarito: el 35% de los adolescentes en Estados Unidos admitió haber creído en noticias falsas, un 22% compartió contenido que después resultó ser un verso, y un 41% se topó con información real que igual le sonó dudosa. Y esto con apenas 1.000 encuestados. Imaginate la escala real.
El tema es que la inteligencia artificial no está ayudando. Más bien lo contrario. Herramientas que generan textos, imágenes y hasta videos en segundos hacen que todo parezca más creíble, más profesional, pero también más engañoso. Siete de cada diez adolescentes ya probaron alguna de estas tecnologías. Están consumiendo contenido fabricado sin darse cuenta.
Las redes sociales tampoco ayudan. Los algoritmos les sirven en bandeja información diseñada para reforzar lo que ya piensan, sin importar si es cierto o no. Noticias disfrazadas de verdades, publicidades que parecen periodismo y un bombardeo constante que hace que chequear fuentes sea la última de las prioridades.
El panorama es tal que la mitad de los encuestados no confía en que empresas como Google, Apple, Meta, TikTok o Microsoft manejen la IA con responsabilidad. Y no es para menos. Mientras estas compañías siguen lanzando herramientas cada vez más avanzadas, el contenido falso se expande como reguero de pólvora.
La solución parece obvia: educación digital. Pero, ¿quién la impulsa? Los expertos dicen que es clave enseñar a reconocer noticias truchas, verificar fuentes y entender cómo la IA mete mano en la información. Pero sin políticas claras ni cambios en cómo operan las plataformas, el problema sigue creciendo.
Mientras tanto, la carrera entre la desinformación y la tecnología que busca frenarla sigue a toda velocidad. Se están desarrollando herramientas para detectar contenido falso, pero la IA evoluciona tan rápido que los filtros se quedan atrás. Y en el medio, millones de personas, especialmente jóvenes, construyen su visión del mundo con información que puede estar completamente manipulada.
La discusión sobre regular la IA sigue abierta. Algunos países ya pusieron restricciones para frenar la desinformación en redes, otros todavía están viendo cómo meterse sin pisar el terreno de la libertad de expresión. Lo único seguro es que internet ya no es lo que era, y la batalla por la verdad recién empieza.