Una mujer iraní sostiene una imagen de Khamenei durante una protesta en Teherán contra Estados Unidos e Israel.
La noche del 12 de junio fue testigo de un choque directo entre los regimientos iraníes e israelíes, un conflicto que no se veía venir. Todo se desencadenó cuando el ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, lanzó una advertencia que dejó a todos boquiabiertos: “Si el régimen de Bashar al-Assad permite que Irán ataque a Israel desde Siria, lo vamos a eliminar”.
No es la primera vez que Lieberman juega a ser el villano de la película. En declaraciones anteriores, se jactó de que “si se nos da la oportunidad, vamos a ir a por el líder supremo de Irán, el Ayatollah Ali Khamenei”. Y ahí está la cita que no se puede ignorar: “Israel asesinaría a Assad si Irán atacara”, según el **Economic Times** del 31 de julio de 2017.
Mientras tanto, Emmanuel Macron, el presidente francés, dejó su huella en una entrevista con la televisión pública israelí Kan. El tono fue claro: “Si Khamenei estuviera en la mira, ya habríamos hecho ese disparo, ¿no?” En sus palabras, Katz, el secretario de Inteligencia, relató cómo el Ayatollah se tomó muy en serio las amenazas y se escondió “bajo tierra en lugares muy profundos”. No solo eso, también bloqueó el contacto entre los nuevos comandantes que reemplazaron a los líderes de alto rango que Israel ya había eliminado.
Israel ha estado a la vanguardia de ataques dirigidos contra personal militar iraní y científicos nucleares, dejando un rastro de líderes de alto nivel muertos desde el 13 de junio. Estos fueron solo los primeros de una serie de ataques que podrían seguir en la región.

El silencio de Khamenei se rompió el miércoles, después de varios días de ausencia pública. En un evento en Teherán, el Ayatollah proclamó que la guerra era una “victoria para la República Islámica” sobre sus eternos enemigos: Estados Unidos e Israel. En una declaración difundida por medios estatales, subrayó que el ataque fue una “bofetada en la cara” para los yanquis y que había dado un “golpe” a su presencia militar en la región tras el devastador asalto a la base aérea de Al-Udeid en Qatar.
Khamenei no se guardó nada: “La intervención directa de EE.UU. en la guerra no hizo nada para proteger a Israel”. Sus palabras insinuaron que “el régimen sionista está al borde de ser destruido y aplastado bajo nuestros ataques”. En su carta, el líder iraní celebró la victoria del pueblo de Gaza sobre el “salvaje enemigo sionista que asesina niños”.
El enfrentamiento, caracterizado por un intercambio de misiles y drones, se desarrolló en medio de un alto el fuego que EE.UU. había anunciado a principios de semana. Pero el legado de esta guerra está lejos de disiparse.
Desde Washington, el director de la CIA, John Ratcliffe, advirtió que las instalaciones nucleares clave de Irán habían sufrido severos daños en los recientes ataques, y que la reconstrucción podría llevar años, según testigos que hablaron con la AP.
Mientras la comunidad internacional insta a ambas partes a optar por un camino diplomático, Khamenei se presenta como una voz desafiante, reafirmando las fronteras de una república islámica que se niega a ceder ante Occidente.