Mientras el país despedía a Mujica, un militante decidió tatuarse su rostro como homenaje. Foto: Gastón Britos/ FocoUy
Con miles despidiendo a Mujica, el MPP inicia una nueva etapa. Orsi y Sánchez toman protagonismo en la búsqueda de un liderazgo colectivo que continúe su legado.
Claudio tiene 36 años y lleva varios tatuajes. La muerte de José Mujica, su referente político y símbolo de lucha, lo golpeó fuerte. En medio del velorio del expresidente en el Salón de los Pasos Perdidos, un amigo tatuador le ofreció inmortalizarlo en su piel. Claudio no lo dudó. Eligió la pierna derecha para estampar el rostro de quien, según él, “no tiene reemplazo”.
Mientras tanto, miles de personas se acercaron al Parlamento para despedir al líder del Movimiento de Participación Popular (MPP). Durante más de 30 horas, entre flores, aplausos y banderas, Mujica fue recordado como “único” por dirigentes de todo el mundo y militantes anónimos que dejaron mensajes en el libro de condolencias.
Aunque en el MPP se reconoce que nadie podrá ocupar el lugar simbólico de Mujica, la transición ya venía gestándose desde antes de que se hiciera pública su enfermedad. El propio expresidente y su compañera, Lucía Topolansky, habían trabajado para dejar paso a nuevas figuras. Hoy, dos nombres resuenan con fuerza: Yamandú Orsi y Alejandro “Pacha” Sánchez.
Orsi, actual presidente, y Sánchez, secretario de Presidencia, vienen ganando terreno dentro y fuera del sector. Ambos estuvieron presentes en los momentos más simbólicos del funeral. Orsi colocó la bandera uruguaya sobre el féretro frente al Palacio Estévez, mientras que Sánchez sumó la bandera de Artigas. Poco después, Sánchez publicó en redes que Mujica había honrado esa bandera “dedicando su vida a que los más infelices sean los más privilegiados”.
Durante la despedida, Sánchez fue también quien habló desde la sede del MPP con una arenga que apuntó a seguir luchando. La imagen de ambos cargando el cajón al llegar al Palacio Legislativo reforzó su papel como referentes del recambio generacional.
En el MPP se los reconoce como "pollos" del propio Mujica y de Topolansky. Participaron en actos públicos, fueron incluidos en reuniones con líderes internacionales y acompañaron procesos clave del sector.
A pesar de su visibilidad, el liderazgo de Sánchez aún está en construcción. Si bien tiene peso político como articulador entre el gobierno y otros sectores del Frente Amplio —y ha liderado negociaciones complejas como la del Ferrocarril Central o el proyecto Arazatí—, no es una figura aún instalada en todo el electorado.
Orsi, en cambio, ya tiene detrás una trayectoria más consolidada. Fue dos veces intendente de Canelones y hoy ejerce la presidencia. En las últimas elecciones logró que otros impulsados por Mujica no consiguieron: ganar. Ni Cosse en la interna, ni Topolansky en Montevideo, ni Sánchez dentro del FA pudieron capitalizar ese respaldo.
Desde hace un tiempo, la conocida “chacra” de Mujica funcionaba como un espacio de consulta permanente, aunque no formal. Allí se discutían temas orgánicos del sector y decisiones políticas. Hoy, la estructura se mantiene con una Dirección Nacional de 45 titulares y 60 suplentes, además de un Comité Ejecutivo Nacional que se reúne cada lunes. Esa mesa, que ahora integran Sánchez, Camilo Cejas y otros referentes, coordina tanto la gestión como las estrategias partidarias.
Uno de los grandes desafíos será cómo mantener el caudal electoral que Mujica supo movilizar. Y, en ese marco, el secretario de Presidencia reveló cuáles fueron las tres tareas que el expresidente le encomendó: mantener la amplitud, evitar caer en la política de agresión gratuita y sostener la unidad del sector. “La tribu tiene que estar junta”, dijo.
Sánchez también explicó que los símbolos colocados en el cajón —la bandera de Artigas y el pabellón nacional— buscaban representar ese mensaje de integración: que todo el país pudiera despedirlo en paz.
La figura de Mujica deja un vacío difícil de llenar, pero su legado político, emocional y simbólico empieza a proyectarse en nuevas generaciones. Con tatuajes, discursos y silencios, su presencia se mantiene viva en la piel de muchos y en las decisiones que están por venir.