
Un sensor diminuto, capaz de ingresar al cuerpo por inyección, abre nuevas posibilidades médicas.
Investigadores desarrollaron un sensor del tamaño de un grano de sal que mide temperatura corporal desde el interior del cuerpo, sin batería, usando ultrasonido.
Según publicó la revista Science Advances, un grupo de científicos de la Universidad de California en Berkeley y el Instituto de Tecnología de California (Caltech) presentó un sensor médico implantable de tamaño ultrarreducido que permite monitorear la temperatura corporal en tiempo real desde dentro del cuerpo humano. Este avance promete abrir un nuevo capítulo en el desarrollo de tecnologías biomédicas mínimamente invasivas.
El dispositivo, llamado mote, mide menos de 0,1 mm³ —una fracción del tamaño de un grano de sal— y fue diseñado para funcionar de forma completamente inalámbrica. No requiere batería ni cables. Utiliza ondas de ultrasonido para recibir energía desde el exterior y para transmitir los datos recopilados, lo que lo vuelve compatible con equipamientos médicos estándar, como los ecógrafos.
Una solución para el monitoreo desde adentro
El principal objetivo de estos sensores es permitir un monitoreo más preciso y localizado de signos vitales dentro del cuerpo, sin las limitaciones que presentan los métodos actuales. Tradicionalmente, para medir la temperatura interna durante procedimientos clínicos se recurre a sondas o termocuplas, que por su tamaño y forma pueden resultar invasivas o interferir con el tejido evaluado.
Este nuevo desarrollo cambia las reglas del juego. Al ser tan pequeño y biocompatible, puede ser implantado mediante una simple inyección, minimizando la agresión al organismo. El sensor fue probado exitosamente en ratones, específicamente durante una terapia de estimulación cerebral con ultrasonido. Allí logró medir cambios térmicos con gran precisión, sin afectar el tejido nervioso circundante.
Tecnología de alta integración
El mote está compuesto por un chip de silicio con sensor de temperatura, fabricado con tecnología CMOS (la misma que se usa en microprocesadores), y un transductor piezoeléctrico integrado en la parte superior, encargado de captar las ondas de ultrasonido. Todo el sistema está encapsulado en una película de parileno, que actúa como barrera biocompatible para evitar el rechazo del cuerpo.
La clave de su funcionamiento es la integración monolítica, es decir, todos los componentes están fabricados en un único bloque, lo que elimina la necesidad de cables, uniones externas o partes móviles. Esta integración reduce el riesgo de fallos, mejora la eficiencia y disminuye el volumen del implante.
Aplicaciones clínicas futuras
Aunque esta primera versión del sensor fue pensada para medir temperatura, los investigadores aseguran que su diseño podría adaptarse para monitorear otros parámetros como presión, glucosa, pH o incluso señales nerviosas. Su tamaño y versatilidad lo hacen ideal para aplicaciones en neurología, oncología y seguimiento postoperatorio.
También podría resultar útil en ambientes donde se requiera monitoreo continuo sin hospitalización, lo cual abre puertas a tratamientos domiciliarios más seguros y personalizados.
No, no tiene nada que ver con vacunas ni con COVID
A pesar de que algunas teorías circulan en redes sociales sobre "microchips en vacunas", este desarrollo no tiene relación alguna con las vacunas contra el COVID-19 ni con campañas de vacunación. El sensor no contiene ningún compuesto farmacológico, no fue creado para fines de rastreo y no tiene ninguna función vinculada al virus.
Se trata de una tecnología médica diseñada exclusivamente para mejorar la calidad de los diagnósticos mediante sensores miniaturizados que operan con ultrasonido. Su desarrollo es público, científico y ampliamente documentado.
Un paso más hacia la medicina del futuro
Este avance no solo muestra hasta dónde ha llegado la miniaturización tecnológica, sino que también plantea una nueva forma de interactuar con el cuerpo humano desde adentro, de manera menos invasiva, más eficiente y con mayor precisión. Una herramienta que, aunque aún está en etapa experimental, podría cambiar el futuro del monitoreo médico.