Funcionarios municipales exigen estabilidad laboral en medio de reclamos cruzados por transparencia.
El sindicato municipal de Salto volvió a sonar fuerte. En asamblea, ADEOMS exigió al gobierno departamental respuestas concretas sobre la estabilidad de 292 funcionarios, el nuevo organigrama, los ingresos por contrato y la creación de una comisión de negociación colectiva. Hasta ahí, todo suena razonable. Pero cuando uno mira el historial de este gremio y la gestión municipal de los últimos diez años, la cosa se vuelve menos limpia y más turbia.
Durante la administración de Andrés Lima, muchos funcionarios ingresaron por la ventana. Efectividades otorgadas en tiempos preelectorales, contratos que aparecían como hongos después de la lluvia y un sistema de ingresos que huele a acomodo político más que a concurso público. Ahora ADEOMS exige estabilidad para ese personal… pero no menciona cómo llegaron ahí.
Entre los puntos planteados por el sindicato, el reclamo más fuerte es sobre la estabilidad de casi 300 trabajadores que obtuvieron su cargo en el marco de un convenio colectivo anterior. Desde ADEOMS denuncian incertidumbre, estigmatización y un desgaste emocional preocupante. No hay dudas: la falta de certezas laborales golpea a cualquier laburante.
Ahora bien, sería bueno que también se hiciera una revisión seria de cómo fue que tantos entraron con tan poca transparencia. La defensa corporativa sin autocrítica no ayuda a nadie, ni siquiera al propio gremio.
ADEOMS también reclama que se respete la Ley 18.508 sobre negociación colectiva en el sector público. En la teoría, nadie podría estar en contra. Pero el pedido suena más a ultimátum que a diálogo real: exigen un espacio técnico, con plazos y definiciones rápidas.
Claro, cuando durante años se negoció de forma opaca, entre pasillos y con guiños políticos, ahora cuesta que el proceso se blanquee de un día para el otro. No se construye confianza a los gritos.
Otra demanda: la creación de una comisión de presupuesto para “colaborar con propuestas responsables”. Suena bien, hasta que uno recuerda que durante años, ADEOMS fue cómplice silencioso del despilfarro departamental. Callaron cuando se contrataban cargos innecesarios, cuando se compraban camionetas de lujo para jerarcas, y cuando el endeudamiento crecía sin control.
Ahora quieren ver las cuentas. Bienvenidos. Pero antes, que reconozcan que muchas veces se hicieron los distraídos mientras la plata volaba.
El rediseño estructural del municipio es otro de los focos de conflicto. El gremio pide transparencia. Lógico. Pero seamos honestos: el organigrama actual está inflado, desactualizado y lleno de acomodos.
Lo que tendría que ser una estructura pensada para mejorar los servicios, terminó siendo un refugio de punteros y compromisos políticos. Si el gobierno realmente quiere reformarlo, tendrá que sacarse de encima lastres propios… y ahí el gremio también deberá soltar algunos nombres.
ADEOMS también pide revisar las limitaciones sobre los cargos de dedicación total y las compensaciones. Tema delicado. Porque en esa zona gris es donde florecen los abusos: cargos full time que no se cumplen, compensaciones sin justificación, sueldos inflados por arte de magia.
Antes de pedir más, deberían pedir una auditoría. Transparente, abierta. Que ponga luz sobre cuántos están cobrando sin rendir. Eso sí sería defender al laburante honesto.
Ingresos y contrataciones: el eterno clientelismo
Finalmente, el sindicato insiste en su rechazo al clientelismo y en la necesidad de establecer mecanismos como concursos o sorteos. Excelente. Aunque suena raro viniendo de un gremio que durante años miró para otro lado mientras la política metía mano sin freno.
Lo cierto es que la gestión Lima llenó la intendencia de militantes, y muchos entraron sin más mérito que la camiseta. Ahora, a pocos meses de un cambio de gobierno, se exige transparencia. Un poco tarde.