Funcionarios uruguayos fueron obligados a regresar tras la cancelación de su ingreso en EE.UU. durante una escala en Miami.
Un grupo de funcionarios viajó a EE.UU. para una capacitación, pero una orden de Washington en plena escala los obligó a regresar.
El viaje estaba planeado, las valijas listas, los pasajes emitidos. Todo parecía ir sobre rieles hasta que, en una escala en Miami, la noticia cayó como un balde de agua fría: la delegación uruguaya no seguiría rumbo a Nueva York. La orden llegó directo desde Washington, sin margen para explicaciones ni negociaciones. Un grupo de diez funcionarios, entre ellos representantes del Poder Judicial, la Fiscalía y la Policía, tuvo que cambiar sus planes en el acto y volver sobre sus pasos.
El objetivo del viaje era participar en un curso de capacitación sobre políticas de Estado y delincuencia transnacional, que se iba a desarrollar en Roosevelt, Nueva York, durante 15 días. Pero la decisión del gobierno estadounidense de suspender los fondos destinados a ese tipo de formaciones dejó todo en el aire. Las nuevas autoridades, con un cambio de rumbo en las prioridades, cerraron el grifo y el curso quedó sin financiamiento, arrastrando consigo a la delegación uruguaya.
Los funcionarios pasaron la noche en Miami y al día siguiente ya estaban de vuelta en Montevideo. Un viaje relámpago sin destino final, marcado por una decisión inesperada que dejó más preguntas que respuestas. Mientras tanto, la capacitación quedó en el limbo y el grupo retornó con una experiencia diferente a la que habían imaginado cuando partieron.
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