
A partir del primer minuto del 1° de febrero, cargar el tanque o reponer el supergás no traerá sorpresas. Ahora, si el vehículo anda a gasoil, ahí sí hay un ajuste. Un peso más por litro. No es una estampida, pero después de cuatro meses de estabilidad, el cambio se nota. Desde octubre no se movía el precio, y ahora el litro de gasoil 50S pasará a costar $50,92.
Las naftas, en cambio, quedan como están. La Súper 95 sigue en $78,54 y la Premium 97 en $81,08. Para el que usa nafta, la tranquilidad de no encontrar cambios en el surtidor es un alivio, aunque en la calle todo sigue igual: que si el dólar sube, que si el barril baja, que si el precio local aguanta el tirón internacional.
El supergás tampoco se toca, manteniéndose en $88,46 el kilo. Y algo que muchos esperaban: el descuento del 50% para quienes reciben asistencia del Ministerio de Desarrollo Social sigue firme. Para esos hogares, el alivio es real y concreto.
Desde el gobierno justifican la movida con la misma estrategia que vienen aplicando: moderar el impacto de los vaivenes internacionales en la economía local. No es un congelamiento absoluto, pero sí un freno en los aumentos de los combustibles que más pesan en el bolsillo de la gente. El Ministerio de Industria, Energía y Minería lo dejó claro en su comunicado: la prioridad es evitar que el impacto del mercado global descontrole los costos internos.
Mientras tanto, en las estaciones de servicio, las pizarras se ajustan levemente, pero la rutina sigue su curso. Algunos miran los números, otros llenan el tanque sin darle demasiadas vueltas. Al final, con TLCAN estable y gasoil con un nivel de ajuste, el panorama no cambia demasiado. Pero en tiempos de inflación e incertidumbre, cualquier número que se mantenga quieto es un pequeño respiro.
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