
Vecinos denuncian que el boliche sigue funcionando sin habilitación ni control municipal.
Las familias del barrio Calafí enfrentan noches sin descanso por un boliche ruidoso, sin permisos y protegido, según dicen, por vínculos políticos con el exintendente Lima.
En el barrio Calafí, en Salto, la paciencia se agotó. Vecinos de la zona denuncian desde hace años al local bailable “La Vieja Bodega”, ubicado en las cercanías de sus casas, por generar ruidos molestos, disturbios y realizar obras sin permisos habilitantes.
“Hace más de 30 años que estamos luchando con esto”, afirma una de las vecinas más activas del barrio, quien representa al grupo de residentes afectados. Relata que las noches se hacen insoportables: “No se puede dormir, no se puede descansar. Con este frío tenemos que dormir con las ventanas abiertas porque si las cerramos se nos rompen del estruendo”.
Las denuncias no son nuevas. Los vecinos aseguran haber realizado presentaciones formales ante la Intendencia de Salto, incluyendo un expediente registrado bajo el número 2023-45693. También solicitaron la medición de decibeles, que según comentan, confirmó niveles sonoros por encima de lo permitido por ley.
A pesar de las constataciones, aseguran que no se tomaron medidas eficaces. “Recibimos dos multas: una de 1.200 pesos y otra similar. Para ellos, eso no es nada, lo hacen en una sola noche”, comentó la vocera vecinal. “La normativa, el decreto 6407 de 2009, indica que a la tercera denuncia deberían aplicarse cinco unidades indexadas y clausura del local. Pero eso no pasó”.
Los vecinos sostienen que detrás de esta inacción existe una razón política: el vínculo del propietario del local con el exintendente Andrés Lima. Según afirman, el mismo personal municipal —funcionarios de mesa de entrada, abogadas y hasta la actual intendenta Ingrid Urroz— les habría confirmado que “el permiso ya estaba decretado antes de que Lima dejara el cargo”.
En una reunión mantenida con la intendenta Urroz, los vecinos aseguran que no obtuvieron respuesta clara. “Nos dijo que no sabía qué solución darnos, se quedó sin palabras”, relatan. “La gente ya no aguanta más. Acá la mayoría son personas mayores, algunos toman pastillas para poder dormir. El más joven del grupo tiene 70 años. Incluso hay niños con problemas de salud por la falta de descanso”.
Uno de los testimonios más preocupantes vino de un vecino que trabaja carneando animales. “Va a laburar dormido, con cuchillos en la mano. Tiene miedo de lastimarse porque no puede dormir por los ruidos”, relatan.
También denunciaron construcciones irregulares, como techos hechos sin habilitación, que habrían sido denunciadas sin resultado. “Todo sigue igual”, dicen. Según los testimonios, “el boliche funciona sin permiso, y todos lo saben”.
Ante la falta de respuestas por parte de las autoridades, los vecinos están considerando llevar el caso por la vía judicial. “Estamos viendo con abogados cómo avanzar contra el dueño y también contra la Intendencia. Ya no nos queda otra”, afirman con firmeza.
El caso de “La Vieja Bodega” se ha transformado en un ejemplo de lo que muchos llaman clientelismo político: un supuesto blindaje a ciertos actores por vínculos con figuras del poder, mientras los vecinos siguen esperando soluciones.
Escuche la entrevista con Mirta Bica