
IMAGEN ILUSTRATIVA: La lucha principal de las víctimas tiene como objetivo que este hombre no vuelva a ejercer.
Justicia en Uruguay: Psicólogo tras las rejas por abusos. Revelaciones de víctimas y la pelea por impedir su regreso a la profesión.
Ricardo Méndez
Periodista

Ricardo Méndez
Periodista
La bronca viene de lejos, mirá vos. Una gurisa de apenas diez años le pianta el psicólogo a sus viejos. Ellos, pensando que la nena no quería ponerle el pecho a las sesiones, se equivocaban feo. Paralelamente, otra joven, ya grandecita, de dieciocho abriles, que se había atendido con el mismo tipo cuando era botija, un día le dio un portazo y nunca más volvió.
Y la que te jedi: en este 2025, la Suprema Corte de Justicia lo mandó al buzón por cinco años al fulano este. ¿El motivo? Delitos sexuales, ni más ni menos, cometidos ahí nomás, puertas adentro de su consultorio, ese lugar al que las pibas iban buscando un poco de paz. Pero la verdadera pelea de las víctimas es otra: que este malandra no pueda laburar nunca más de lo suyo.
La cosa se destapó en el 2021, cuando aquella niña que no quería ir más al psicólogo cumplió los dieciocho. Ahí se animó a contarle a su nueva terapeuta el calvario que había vivido, y con su ayuda, a sus padres. Un infierno que le marcó la infancia para siempre.
Los padres de la gurisa la habían tenido re jóvenes y, aunque estaban separados, siempre le dieron para adelante juntos. Entre los siete y los diez años de la nena, decidieron mandarla a este psicólogo para que la ayudara con una situación familiar delicada. El tipo tenía 33.
"Confiamos ciegamente en él, porque éramos dos pibes bastante vulnerables... Para nosotros, lo que nos decía en ese momento, era palabra santa", declaró la madre con la voz quebrada en el juicio.
Ella era una nena alegre, movediza, fanática de la gimnasia artística. Por eso no le extrañó que su psicólogo le pidiera que hiciera verticales y otras piruetas. Pero esa fue la cortina de humo para empezar con los abusos sexuales, que se repitieron sesión tras sesión.
Y como si fuera poco, el caradura usó su profesión para tapar la mugre que había hecho, según concluyeron dos psicólogas clave en las pericias del caso. En una "estrategia perversa", en medio de los abusos, intentaba hacerle creer que el que le hacía daño no era él, sino su propio padre. ¡Una jugada sucia para implantarle un recuerdo falso!
La familia metió la denuncia penal en agosto de 2021 y, mientras avanzaba la investigación, se sumó otra víctima al caso, la que ya era mayor de edad cuando el psicólogo se propasó con ella.
La segunda víctima había denunciado ni bien pasaron las cosas, pero la Fiscalía le había cajoneado el caso.
La joven conocía al psicólogo de cuando era menor. A los dieciocho volvió porque estaba pasando un momento bravo, con varios problemas de salud mental y sufriendo mucho desde que le habían quitado la tenencia de su hija.
En una de esas sesiones, el psicólogo trancó la puerta del consultorio y cerró las persianas. Le dijo sin anestesia que él podía hacerle un informe a su favor para el expediente de la tenencia si ella salía con él. ¡Y encima le confesó que la "miraba con deseo" desde antes, pero como era menor "no se animaba"! Finalmente se le tiró encima, la acorraló contra la pared, la besó varias veces a la fuerza, le metió la mano en el pantalón y le tocó sus partes íntimas.
Ella es "una chica con dificultades económicas, pobre, sin apoyos familiares", contó su nueva psicóloga en el juicio, dejando a todos con un nudo en la garganta.
Durante todo el juicio, el psicólogo se atrincheró diciendo que la joven lo denunciaba por sus problemas de salud mental. Y sobre la víctima que fue abusada de niña, dijo que lo que contaba era una "fantasía". Sin embargo, el juez Marcelo Malvar no le creyó ni medio y lo condenó a cinco años de cana por delitos de atentado violento al pudor y abuso sexual. El Tribunal de Apelaciones y la Suprema Corte de Justicia confirmaron el fallo. En febrero, después de la sentencia final, el psicólogo conoció por primera vez el rigor de la cárcel.
Ahora, se espera que el tipo pase dos años más tras las rejas, ya que los otros tres los cumplió con arresto domiciliario mientras esperaba la sentencia firme. Sobre este punto, Soledad Suárez, abogada de la familia de la primera víctima, opinó: “Más allá de que no soy punitivista, Género es una de las materias en las que más casos llegan a juicio y se transitan todas las instancias. Eso le permitió pasar más de la mitad de su pena en prisión domiciliaria”.
“En algún punto es un privilegio que tienen quienes cometen este tipo de delitos, comparado a otras poblaciones imputadas penalmente que rápidamente pasan a prisión preventiva, por tener otro tipo de perfiles. En estos casos, se termina considerando que la persona tiene un riesgo bajo y se le concede la domiciliaria, cuando lo que ocurre es de riesgo alto”, explicó la abogada, dejando en evidencia una realidad que preocupa.
La madre de la joven que sufrió abusos a los diez años le contó a El País que el deseo de su hija es "que nadie más pase por esta situación". "Su meta es que no vuelva a ejercer", remarcó con firmeza.
La sentencia lo inhabilita por diez años, pero increíblemente todavía figura como habilitado en la página web del MSP. La familia calcula que, cuando salga en libertad, solo le quedarán ocho años de inhabilitación.
Ya se pusieron en contacto con la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay y están viendo de mandar una carta al MSP. "No tiene lógica que siga ejerciendo, cuando la condena es por abusos que cometió ejerciendo su profesión", sentenciaron, con toda la razón del mundo. ¡Una historia que nos deja pensando!