Gardel, o sea: Carlitos, El Morocho del Abasto, El Zorzal Criollo, El Mago, El Rey del Tango, El Mudo o El Troesma. Hace 90 años que cada día canta mejor
A 90 años de su trágica muerte, Gardel sigue siendo un ícono del tango mundial. La investigación sobre el accidente aún genera debate.
No basta con tener talento. Para convertirse en leyenda, hace falta un destino marcado por la fatalidad. Muchos artistas alcanzaron la eternidad por un final inesperado.
Carlos Gardel falleció hace 90 años, el 24 de junio de 1935, en un siniestro aéreo que estremeció a los seguidores de la música. Había logrado todo lo que se podía alcanzar en ese tiempo, salvo definir con certeza su lugar de origen. Las teorías van de Tacuarembó (Uruguay) a Toulouse (Francia), pero su alma estaba arraigada a Buenos Aires.
Ese mismo día, Gardel tomó un avión Ford trimotor F-31 de la empresa SACO en Medellín con destino a Cali, como parte de una gira que lo tenía agotado. Viajaba con Alfredo Le Pera y sus músicos de confianza. Subió al avión con un presentimiento sombrío. "No sé si son ideas mías, pero presiento que algo feo puede pasar", confesó a uno de ellos. No estaba lejos de la verdad.
La última foto: Carlos Gardel, momentos antes del accidente que le costaría la vida
La investigación preliminar culpó a las condiciones meteorológicas y a deficiencias en la pista. Años más tarde, surgieron nuevas versiones que apuntaron a desperfectos mecánicos y fallas humanas. El caso sigue sin resolverse del todo.
Su cuerpo fue velado en Nueva York, viajó por varias ciudades latinoamericanas y finalmente fue enterrado en el Cementerio de la Chacarita. Su imagen, su voz y su recuerdo quedaron inmortalizados. Porque Gardel sigue sonando mejor con el paso del tiempo. Y su canto persiste, inalterable.
El recuerdo del ídolo: el desfile en la Chacarita, donde descansan sus restos, no se detiene pese al paso de los años.
De acuerdo al relato de Felipe Pigna en su reconocida obra biográfica, la jornada de Gardel en la capital colombiana incluyó varios encuentros formales, firmas de recuerdos y el adiós a seguidores, promotores y cronistas. Poco antes del embarque, tuvo una conversación significativa con Alfredo Le Pera, su principal letrista. Juntos revisaron el itinerario restante: funciones pendientes en Cali y en ciudades centroamericanas, con cierre en La Habana. Gardel, cansado, comentó: "Si me piden dos películas más en Nueva York, las hago y listo. Luego paso a ver a mi vieja en Toulouse y regreso a Buenos Aires".
El fervor del público era tal que debieron salir del Hotel Granada por una salida secundaria, ya que la entrada principal estaba colapsada de admiradores. El grupo se dirigió al aeródromo acompañado por sus más cercanos, entre ellos Le Pera, Barbieri, Riverol, Aguilar, Plaja, Azzaff, Corpas Moreno, Palacios y Swartz. Ante la cantidad de equipaje, Azzaff hizo un comentario sobre la carga excesiva, a lo que Le Pera respondió con humor sombrío.
El avión, un Ford F-31 piloteado por Stanley Harvey, partió rumbo a Cali, haciendo una parada en Medellín. Allí, Gardel fue recibido con entusiasmo por estudiantes y admiradores. Al abordar de nuevo, trató de animar a Barbieri: "Este es el último viaje. Después descansamos en tierra firme. ¿Dónde mejor que en el suelo?". A Aguilar, sin embargo, le confesó cierta premonición de algo malo.
El F-31 desvió súbitamente su trayectoria durante la carrera de despegue y embistió a otro avión similar, el Manizales de la alemana SCADTA, que aguardaba su turno a unos 75 metros del eje de pista. Ambas aeronaves ardieron en cuestión de instantes El siniestro ocurrió en la pista del aeródromo Las Playas (actual Olaya Herrera), cerca de las 3 de la tarde. El F-31 se desvió al iniciar el despegue y colisionó con otra aeronave de SCADTA. Ambas se incendiaron casi al instante.
La investigación posterior determinó que la tragedia sucedió sobre la pista del entonces Aeródromo Las Playas (hoy Aeropuerto Olaya Herrera) en Medellín cerca de las 15 horas
Gardel junto a sus guitarristas Ángel Riverol, Guillermo Barbieri -abuelo de Carmen- y José María Aguilar El ingeniero Guillermo Artana propuso en 2018 una explicación alternativa basada en documentos judiciales. Según él, el motor falló y el piloto, en lugar de abortar, aceleró, desencadenando el accidente.
El cuerpo de Gardel fue trasladado en un largo recorrido: por pueblos colombianos, luego a Panamá, más tarde a Nueva York y finalmente a la Argentina en 1936. Fue despedido con una ceremonia masiva en el Luna Park y sepultado junto a su madre en la Chacarita.
Su muerte dio inicio a un fenómeno de culto que se expandió con sus filmes: "Espérame", "La casa es seria", "Melodía de arrabal", "Cuesta abajo" y "El tango en Broadway". En Nueva York, durante el rodaje de "El día que me quieras", conoció a un joven de 13 años que tocaba el bandoneón: Astor Piazzolla.
El chico, por iniciativa paterna, le regaló una escultura y terminó actuando con él como traductor y extra en el filme. Gardel quiso llevarlo de gira, pero no fue autorizado por su edad.
Ya se dijo mil veces: pasaron 90 años. Pero basta poner un disco o apretar play para comprobarlo: su voz sigue intacta, quizá mejor que nunca.