Restos del ataque: militantes kirchneristas rompen vidrios y vandalizan las instalaciones de TN.
La condena a Cristina Kirchner desata una reacción violenta: patotas kirchneristas rompen vidrios, vandalizan TN y atacan un medio en pleno vivo.
Una vez más, el fanatismo supera cualquier límite. Este martes 10 de junio, un grupo de militantes kirchneristas encapuchados irrumpe a los golpes en el canal TN. ¿El motivo? La Justicia confirmó lo que muchos sabían: Cristina Kirchner está condenada por corrupción. La respuesta no fue con argumentos, fue con piedras.
El ataque no fue una reacción espontánea. Fue un acto cobarde y planificado. Reventaron puertas, estallaron ventanales, destruyeron equipos técnicos, vandalizaron con aerosol. En el medio, trabajadores indefensos, periodistas en vivo y un canal tomado como blanco. ¿La excusa? “Defender a Cristina”.
Los videos lo muestran todo. No hay margen de duda. Fue un asalto político, con sello kirchnerista. Jonatan Viale lo denuncia al aire, mientras todavía huele a vidrio roto. “Entraron 50 metros al canal, rompieron todo, hasta los premios y las bicicletas de los laburantes”, describe con bronca.
Y mientras esto pasa, a pocas cuadras, Cristina Kirchner aparece en su balcón. Sonríe. Saluda. Aplaude a los suyos. Adentro, recibe a su círculo político. Afuera, el país presencia un nuevo capítulo de impunidad disfrazada de militancia.
El silencio desde el peronismo es escandaloso. La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas exige justicia. Manuel Adorni lo dice sin vueltas: “Un grupo de inadaptados destruye un medio de comunicación en nombre de la democracia”. ¿Y los dirigentes kirchneristas? Callan. Justifican. O aplauden desde las sombras.
La condena de la Corte es inapelable: seis años de prisión por fraude. Pero para el kirchnerismo más fanatizado, eso no importa. La Justicia solo es válida si favorece. Si no, se ataca, se rompe, se incendia.
Axel Kicillof, en lugar de defender la institucionalidad, habla de “infamia”. Dalbón insiste en la inocencia de Cristina como si los jueces fuesen títeres. No condenan la violencia. No defienden a los trabajadores. No les importa.
La escena lo dice todo: una patota disfrazada de militancia que responde con violencia cuando la ley actúa. Lo que se vivió en TN no es protesta. Es salvajismo. Es autoritarismo puro. Es el rostro más oscuro de un sector que no acepta límites ni condenas.