Alberto Castillo, el cantor que marcó época con su estilo inconfundible y pasión por el tango.
Alberto Castillo, nacido en el barrio porteño de Floresta, fue mucho más que un ídolo popular. Su voz arrabalera, su forma particular de interpretar y esa manera de “cantar con picardía” marcaron a generaciones. Sin embargo, detrás del cantor existía también un médico ginecólogo, recibido en la Universidad de La Plata. Esa dualidad lo acompañó toda la vida, hasta que la fama le ganó la pulseada al consultorio.
Era el menor de cinco hermanos, hijo de inmigrantes italianos. Desde niño mostró inclinación por la música. Aunque estudió violín, lo suyo era el canto. A los 15 años fue descubierto por el guitarrista Armando Neira y desde entonces comenzó a cantar en conjuntos bajo distintos pseudónimos. Su familia no sabía que ya pisaba radios y escenarios. Cumplir con el mandato familiar de ser doctor era su prioridad.
Alberto Castillo, el cantor que marcó época con su estilo inconfundible y pasión por el tango.
En 1938 se alejó temporalmente de la música para enfocarse en la medicina. Sin embargo, un año antes de recibirse volvió a cantar. Esta vez, con la Orquesta Típica Los Indios de Ricardo Tanturi. En 1941 grabó su primer disco y adoptó definitivamente el nombre artístico que lo consagraría: Alberto Castillo.
Aunque en 1942 logró recibirse de médico y abrió su propio consultorio, el éxito en la radio y los escenarios fue arrasador. “Me di cuenta que las mujeres no venían a ver al doctor De Lucca. Venían a ver a Castillo”, confesó tiempo después, explicando por qué dejó la medicina.
Uruguay al Día recuerda cómo su estilo fue cuestionado por gobiernos militares que consideraban su voz “demasiado arrabalera”. Esa censura no lo detuvo. Por el contrario, reafirmó su vocación artística. En paralelo, incorporó candombes como “Charol” y el popular “Siga el baile”, que décadas después revivió junto a Los Auténticos Decadentes.
En lo personal, se casó en 1945 con Ofelia Oneto, con quien tuvo tres hijos: Alberto Jorge, Viviana Ofelia y Gustavo Alberto. Escribió decenas de letras y también actuó en películas. Su legado incluye títulos como “Así canta Buenos Aires”, “Un regalo del cielo” y “Yo soy de la vieja ola”.
Alberto Castillo, el cantor que marcó época con su estilo inconfundible y pasión por el tango.
Falleció en 2002, a los 87 años, tras una neumonía. Su figura sigue viva en el tango y en la memoria popular. Como él mismo decía: “El tango es folclore del cemento. Si le hacés una radiografía a un porteño, vas a ver que es tanguero hasta la muerte”.
En cada escenario, Castillo lograba algo único: que el público respondiera a sus gestos, sus pausas, sus entonaciones. “La gente se movía según las inflexiones de mi voz”, solía decir. Y ese poder, esa conexión, lo volvieron inolvidable.
Uruguay al Día conmemora a uno de los grandes artistas del Río de la Plata, que no solo llevó el tango a lo más alto, sino que también demostró que se puede vivir con pasión por dos vocaciones: curar y cantar.