Historias reales de muertes absurdas que pudieron evitarse con atención mínima | Noticias Uruguay y Actualidad Nacional - Uruguay Al Día

Historias reales de muertes absurdas que pudieron evitarse con atención mínima

Tres historias reales de muerte por negligencia y abandono que estremecen al mundo. ¿Qué falló en cada caso?

Tres víctimas de diferentes países murieron por errores evitables y decisiones humanas que pudieron cambiarlo todo


En distintos puntos del mundo, tres personas murieron en condiciones que podrían haberse evitado. Lo que une estas historias no es el lugar, ni el idioma, ni el contexto. Lo que las conecta es el mismo factor: la indiferencia humana. Un ascensor que nadie controló, una familia que el Estado no protegió y una promesa que terminó en tragedia. Son tres casos reales. Tres muertes absurdas. Y cada una de ellas deja una pregunta flotando en el aire: ¿cuánto vale una vida?

🟥 Historia 1: La mujer que cayó creyendo estar atrapada

El 27 de abril de 2023, en el aeropuerto internacional de Amu, Indonesia, dos trabajadores notaron un olor penetrante que salía de uno de los ascensores. Cuando revisaron el sector técnico del elevador, se encontraron con el cuerpo en descomposición de una mujer. Nadie sabía que estaba ahí. Nadie lo había notado en tres días.

La víctima era Aiciia Cintade Dewi, de 38 años. Las cámaras de seguridad mostraron que había entrado al ascensor buscando llegar al segundo piso. Las puertas se abrieron normalmente, pero ella, confundida, creyó que no funcionaban. Presionó botones con desesperación mientras las puertas se abrían y cerraban detrás suyo. Llamó a su sobrina diciendo que estaba atrapada. Luego intentó abrir las puertas a mano. Lo logró. Pero del otro lado no había piso: solo un hueco técnico. Cayó tres niveles, directo a una cavidad usada por mantenimiento.

Lo más estremecedor es que la autopsia no pudo confirmar si murió en el acto. Hay una posibilidad: que haya quedado viva, herida, y haya agonizado allí durante horas.

Su familia pidió revisar las cámaras y el hueco del ascensor al momento de su desaparición. Les dijeron que no. Que no estaba permitido. Horas cruciales que se perdieron. Días después, apareció su cuerpo. Su esposo presentó seis denuncias. Cinco personas fueron despedidas. Pero Asia ya no estaba.

🟥 Historia 2: El crimen que pudo evitarse

El 19 de septiembre de 2021, en Killamarsh, Inglaterra, la policía recibió una llamada a las 7:39 de la mañana. Un hombre dijo con voz tranquila: “Maté a cuatro personas”. Cuando llegaron, lo encontraron esperando en la puerta, con sangre en el pecho. Se llamaba Damian Bendall, tenía 31 años y antecedentes penales.

Adentro, el horror. Cuatro cuerpos: su pareja Terry Harris, embarazada, sus dos hijos de 13 y 11 años, y la mejor amiga de la niña, que solo había ido a dormir.

La noche anterior, la familia había salido al parque y luego volvió a casa. Todos se fueron a dormir. Menos Damian. Bajo los efectos de drogas, agarró un martillo y atacó a todos. Con la niña más pequeña cometió además un acto aberrante que los peritos forenses apenas pudieron describir.

Lo increíble: Bendall tenía condena suspendida, orden de cumplir arresto nocturno en esa misma casa, y había confesado pensamientos violentos. Pero el sistema lo catalogó de “riesgo bajo” para mujeres y niños.

Al día siguiente vendió la Xbox de uno de los chicos en una casa de empeños. Compró drogas. Recién entonces llamó a la policía. Fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad.

🟥 Historia 3: La broma que terminó en muerte

El 31 de octubre de 2024, en Conanakunte, al sur de Bangalore, India, se celebraba Diwali. Fuegos artificiales, luces, alegría. En medio de esa fiesta estaba Shavari, un albañil de 32 años con discapacidad en las manos, pero reconocido por su esfuerzo. Caminaba ebrio cuando se cruzó con un grupo de jóvenes que conocía del barrio.

Entre risas y tragos, le ofrecieron un “trato”: si se sentaba sobre un petardo gigante y lo encendía, le comprarían un tuc-tuc. Para cualquiera sería una locura. Para él, era una oportunidad. El tuc-tuc significaba independencia. Trabajo. Dignidad. Dudó, lo provocaron, lo desafiaron, y aceptó.

Encendieron el petardo. Ellos corrieron. Él no. La explosión lo destrozó internamente. Fue llevado de urgencia al hospital. Murió el 2 de noviembre, por lesiones imposibles de revertir.

Al principio, los jóvenes mintieron. Dijeron que lo había hecho solo. Pero las cámaras mostraron otra cosa. Seis fueron arrestados. Al día de hoy, no se sabe si están presos o libres.

🟨 Un silencio que duele más que el grito

Asia cayó en un hueco. Bendall mató con un martillo. Shavari murió por confiar en una broma. Tres personas. Tres historias. Y detrás de cada una, una ausencia: nadie controló las cámaras, nadie frenó a un asesino, nadie detuvo una humillación.

Estas no son ficciones. Son hechos. Y muestran lo que pasa cuando el sistema falla, cuando los demás miran para otro lado, cuando la vida se vuelve descartable.


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