El accidente evidenció cómo la fatiga puede ser un factor determinante en los siniestros de transporte público.
El accidente del ómnibus que conmocionó Pocitos fue causado por somnolencia. Un informe confirmó que el chofer no logró retomar la plena vigilia al momento del impacto.
El amanecer del sábado 26 de octubre quedó marcado por un accidente que conmocionó a todos. Un ómnibus de la línea 121, de Cutcsa, terminó su recorrido en la playa Pocitos, dejando imágenes impactantes, un saldo trágico de una persona fallecida y varios heridos. Lo que parecía un accidente más terminó desatando meses de investigaciones y versiones cruzadas que finalmente arrojaron una respuesta: el conductor se había dormido.
El caso no fue sencillo. En el lugar del accidente, el chofer aseguró que el vehículo se había quedado sin frenos. Pero luego, durante su declaración ante la Policía, dijo no recordar nada, como si todo hubiera sido un parpadeo desde el momento del impacto hasta que despertó en el CTI. En un tercer relato, a su psiquiatra, habló de haber perdido la noción unos minutos antes del choque.
Con estos testimonios, el Departamento Médico Criminológico del Instituto Técnico Forense comenzó a desentrañar lo que realmente había pasado. El informe, elaborado por los peritos Gabriel Barreiro y Álvaro Trindade, concluyó que, en el tramo final del recorrido, el conductor sufrió un episodio de somnolencia. No logró alcanzar un estado de plena vigilia al despertar, lo que limitó su capacidad para reaccionar de forma adecuada.
Las cámaras del ómnibus corroboraron esta hipótesis. A las 6:50 de la mañana, se lo ve frotándose los ojos, como si estuviera luchando contra el sueño. Más tarde, entre las 7:15 y las 7:25, sus brazos se desplomaron en dos ocasiones, una señal clara de fatiga extrema. Sin embargo, hasta el momento del accidente, había logrado realizar acciones básicas como cobrar boletos y frenar en las paradas. Todo cambió en ese último tramo.
Lo que el informe deja en claro es que el chofer no había consumido drogas ni alcohol, y tampoco sufría de ninguna enfermedad mental que alterara su juicio crítico. Aunque tomaba medicación, esta no estaba relacionada con el accidente. Fue simplemente el agotamiento lo que jugó en su contra.
A pesar de los intentos del conductor por mantener el control, no pudo actualizar ni procesar los estímulos externos a tiempo cuando comenzó el siniestro. La tragedia, entonces, fue el resultado de una combinación fatal de cansancio y pérdida momentánea de la conciencia.
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