La justicia dictaminó prisión para una mujer con antecedentes de hurto y violencia, reforzando la lucha contra la reincidencia.
Condenada a prisión efectiva por hurto y agresión, una mujer con antecedentes enfrenta la consecuencia de sus acciones tras una sentencia judicial firme.
No hay segundas oportunidades cuando el historial pesa más que las excusas. Esta vez, la balanza se inclinó del lado de la justicia. Un fallo firme y sin titubeos terminó con la suerte de Viviana del Carmen Bandera Duarte, quien ya no podrá esquivar el encierro tras ser condenada como autora de un delito de hurto y lesiones personales.
La historia no es nueva. En julio de 2024, la justicia le dio un respiro: prisión domiciliaria por tentativa de hurto agravado. Una advertencia disfrazada de sentencia. Pero hay quienes no leen las señales. Menos de seis meses después, el final era inevitable. Un nuevo hurto, una agresión, y el margen de maniobra desapareció.
El 24 de enero de 2025, la condena fue clara: prisión efectiva. El sistema penal cerró el capítulo sin margen para apelaciones emotivas o tecnicismos salvadores. La reincidencia no dejó espacio para dudas ni concesiones.
El expediente, con su lista de antecedentes, funcionó como una especie de GPS del destino inevitable. Las decisiones pasadas marcaron la ruta. La reincidencia tiene un costo, y esta vez, no hubo descuentos ni atajos para evitarlo.
Los jueces, con la mirada puesta en el patrón de conducta, optaron por un mensaje claro: la impunidad no es una opción. La justicia, que muchas veces parece correr detrás de los hechos, hoy llegó a tiempo para cerrar un caso antes de que se repitiera.
Mientras tanto, la sociedad sigue observando. Algunos ven en esta sentencia una señal de que el sistema funciona, otros la leen como un simple trámite judicial más. Lo cierto es que, al menos por ahora, el ciclo se detiene aquí. Hasta que otra historia similar vuelva a ocupar titulares.