Mientras aumentan sueldos en ASSE, un hombre en Salto agoniza por falta de comida

Cardozo, internado en Salto por déficit alimentario, refleja una cruda realidad que el gobierno no atiende.

Cardozo lucha por su vida en el hospital de Salto. Necesita ropa y una respuesta del Estado.


En pleno siglo XXI, cuando se repiten discursos sobre “progreso”, “inclusión” y “justicia social”, Uruguay vuelve a mirar a la cara a una de sus vergüenzas más viejas: el hambre. Esta vez, con nombre y rostro: Cardozo, el hombre que durante años estuvo sentado en la vereda de TA-TA de calle Soca, en Salto, hoy está internado en cirugía de hombres del Hospital Regional, debilitado por déficit alimentario severo. Lo más urgente que necesita no es medicina: necesita ropa. Y presencia. Porque el Estado, hasta ahora, brilla por su ausencia.


Los vecinos hicieron circular la imagen. No es una campaña de marketing. Es una súplica. Cardozo está solo. Y nadie del Ministerio de Desarrollo Social ni del gobierno ha aparecido. Ni siquiera el hospital ha emitido una comunicación al respecto. En cambio, la solidaridad –como siempre– la ponen los ciudadanos de a pie, los mismos que apenas llegan a fin de mes, pero hacen lo imposible para arrimarle una camiseta o un par de championes a alguien que vive (o sobrevive) en la calle.

Lo más cruel no es el frío ni el hambre. Es la indiferencia. ¿Dónde está el Frente Amplio, que durante años habló de erradicar el hambre, de abrazar a los más vulnerables, de construir una política social seria? Hoy gobiernan, y este caso deja en evidencia el fracaso de su promesa más básica: que nadie pase hambre en Uruguay.


Según datos del INE actualizados a mayo de 2025, el 11,7 % de la población uruguaya está bajo la línea de pobreza, y casi el 5 % de los hogares sufren inseguridad alimentaria moderada o severa. Son números fríos que, cuando se encarnan en una historia como la de Cardozo, duelen.

Porque no hablamos de estadísticas. Hablamos de un ser humano. De alguien que perdió el vínculo con un sistema que debería protegerlo, y que hoy depende de si alguien pasa por su cama de hospital con un pantalón de abrigo.

La pregunta ya no es qué van a hacer, sino por qué no lo hicieron antes. Porque cuando el hambre llega al hospital, el Estado llegó tarde.

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República Oriental del Uruguay