.jpg)
El ataque de un animal suelto generó heridas físicas y abrió un debate sobre responsabilidad y seguridad en espacios públicos.
La agresión inesperada de un pitbull deja secuelas físicas y emocionales, mientras la comunidad debate sobre la tenencia responsable.
No era un día especial. Era una tarde más en Rivera Chico, esa clase de momentos que pasan sin ser recordados. Pero esta vez, la rutina se quebró de manera violenta.
La protagonista de esta historia, una mujer de 71 años, caminaba por la calle Cuaró como siempre lo hacía, quizás regresando del almacén o simplemente disfrutando del aire fresco. De repente, un pitbull apareció en escena. No era su mascota, ni de nadie que ella conociera, pero su ataque fue tan feroz como si estuviera defendiendo un territorio.
Los gritos no tardaron en atraer a otro transeúnte, un hombre de 64 años, que, sin pensarlo dos veces, se lanzó al rescate. Su valentía evitó que la situación terminara peor, pero no salió ileso. El perro, fuera de control, le provocó heridas que todavía duelen más allá de la piel.
La mujer terminó con un corte profundo en el labio y golpes en el brazo. El hombre, con heridas en la frente, el brazo y las piernas. Ambos fueron atendidos rápidamente, pero el episodio dejó una marca que no se borra con suturas.
¿Y el dueño del perro? Identificado, sí. Pero ahora la pregunta es qué pasará después. ¿Se hará responsable? ¿O este será otro caso donde el olvido gana la batalla?
El ataque en Rivera Chico no es solo una anécdota más. Es un recordatorio incómodo de lo que pasa cuando la tenencia responsable de animales no se toma en serio. Esas calles, que siempre parecieron tranquilas, ahora tienen otra historia que contar. Una que deja al barrio con más preguntas que respuestas, y con la certeza de que, a veces, la amenaza viene sin previo aviso.
Únete a nuestro canal de WhatsApp
Haz clic aquí para unirteSíguenos en nuestras redes sociales:
Facebook