Robert Kubica sobrevivió a dos accidentes y atribuye su recuperación a su fe en Juan Pablo II.
Robert Kubica sufrió dos accidentes extremos y atribuye su recuperación a Juan Pablo II. La historia del único piloto polaco en ganar una carrera de Fórmula 1.
Robert Kubica es mucho más que el primer polaco en ganar una carrera de Fórmula 1. Su vida está marcada por la fe, los milagros y una lucha constante por volver a las pistas tras dos accidentes que casi lo dejaron fuera para siempre.
Robert Kubica nació en Cracovia, a pocos kilómetros de Wadowice, el pueblo natal de Karol Wojtyła, más conocido como Juan Pablo II. Desde pequeño fue muy creyente y se apasionó por el automovilismo. Su papá lo llevó a ver carreras y no hubo vuelta atrás: antes de los diez años ya tenía su propio karting y ganaba campeonatos.
Su vínculo con el Papa polaco fue siempre espiritual. Nunca se conocieron, pero Kubica sentía que lo acompañaba en cada paso. Incluso estampó su nombre en el casco y llevó una foto en el buzo antiflama.
En 2007, cuando corría para BMW Sauber, vivió uno de los accidentes más impactantes de la Fórmula 1 en Canadá. Chocó a 250 km/h y el impacto fue de 78 G. Muchos pensaron lo peor. Pero milagrosamente, solo sufrió un esguince de tobillo. Felipe Massa lo definió como “un milagro”, y el Vaticano llegó a investigar el caso como posible intervención divina.
En 2011, ya como piloto de Renault, participó en un rally en Italia donde un guardarrail atravesó su auto. Casi pierde el brazo. Pasó por más de 30 operaciones. Desde el hospital pidió una reliquia de Juan Pablo II. Recibió dos: un pedazo de túnica y una gota de sangre en un medallón.
Esa conexión se volvió aún más fuerte. Y aunque quedó fuera de la F1 por años, su determinación no aflojó. En 2019 volvió a la categoría con Williams, incluso con movilidad reducida en el brazo derecho. Sumó un punto en Silverstone, y cerró una etapa que para muchos era imposible.
También brilló en otras categorías. Fue campeón de la Fórmula Renault 3.5, corrió en rally, ganó carreras en Le Mans Series y hoy es parte del equipo oficial de Ferrari en el Mundial de Endurance. Su fe y su amor por el automovilismo lo mantuvieron siempre de pie.
Kubica no solo corrió contra el reloj, también contra el destino. Y aunque muchos creen que solo los milagros lo salvaron, lo cierto es que nunca dejó de creer. Ni en sí mismo, ni en Juan Pablo II.