Yamandú Orsi enfrenta una cadena de renuncias y escándalos que golpean su gestión. Foto de DANTE FERNANDEZ / AFP
El nuevo gobierno del Frente Amplio, en sus primeros meses, ya enfrenta un aluvión de escándalos y renuncias que sacuden su credibilidad.
Apenas tres meses le bastaron al Frente Amplio para desnudar, sin disimulo, el verdadero rostro de su gobierno: desprolijidad, favoritismo, violaciones constitucionales y una cadena de escándalos que dejan en evidencia la precariedad de sus decisiones.
Ni siquiera tuvieron tiempo de acomodarse en los despachos cuando empezaron a explotar los casos. La primera en caer fue Cecilia Cairo, ministra de Vivienda. Debió renunciar al quedar expuesto que durante más de 20 años mantuvo su propia vivienda en situación irregular, sin declarar, sin pagar, sin cumplir con las normas que, irónicamente, debía hacer cumplir desde el ministerio. Un papelón institucional de dimensiones grotescas.
Pero el show no terminó ahí. Apenas unas semanas después, el bochorno se trasladó a la Administración Nacional de Puertos. Allí, Alejandra Koch ascendió a su propio esposo y a su chofer personal. Todo firmado desde su cargo de vicepresidenta, como si la ANP fuera su chacra personal. El viejo clientelismo político, intacto, brutal, desembozado.
Cuando parecía que el desorden no podía escalar más, llegó el tercer golpe: la renuncia de Eduardo Viera como presidente del Instituto Nacional de Colonización. Viera ocupaba el sillón máximo del organismo mientras seguía siendo colono, usufructuando tierras públicas bajo el mismo sistema que debía administrar. Un choque frontal con el artículo 200 de la Constitución que ningún abogado serio podría justificar. Solo renunció cuando el escándalo superó el límite de lo tolerable, forzado por las críticas internas y externas.
Tres jerarcas menos en solo 90 días. Un récord bochornoso, que exhibe la total improvisación del Frente Amplio para designar autoridades, el nulo control previo y el desprecio absoluto por las normas básicas de ética pública.
Mientras tanto, los negocios millonarios de Colonización siguen avanzando en silencio: compras de tierras por más de 175 millones de dólares en medio de un país lleno de problemas sociales mucho más urgentes. Mientras compran campos, los hospitales están desbordados, las escuelas se caen a pedazos y la seguridad sigue en estado crítico.
La oposición observa y dispara: descontrol administrativo, falta de filtros, acomodos familiares, violaciones a la Constitución. Un guion que parece calcado de las peores épocas del viejo aparato estatal, que el Frente Amplio decía venir a reformar.
Pero lo más grave no es el tamaño de los escándalos, sino la velocidad con la que se acumulan. En solo tres meses, el gobierno de Yamandú Orsi ya construyó un historial de renuncias, escándalos y desprolijidades que cualquier administración demoraría años en cosechar.
La política de cargos repartidos, el pago de favores, la captura de sillones estratégicos, todo salió a la superficie mucho antes de lo esperado. Y a este ritmo, nadie sabe cuántos nombres más terminarán bajando la cabeza antes de fin de año.
El Frente Amplio había prometido una gestión seria, austera y profesional. Pero en apenas 90 días, lo único profesional que se ha visto es la velocidad con la que destruyen su propia credibilidad.