El picudo rojo devora las palmeras desde dentro, y su presencia ya afecta la vegetación en zonas residenciales y balnearias.
Algunas han resistido más de un siglo, pero ahora están cayendo una a una frente a un enemigo inesperado: el picudo rojo, un escarabajo originario del Sudeste Asiático que, desde 2022, empezó a propagarse por Uruguay y hoy ya cambió parte del paisaje nacional.
Las palmeras, consideradas patrimonio natural y parte esencial de la identidad uruguaya, están siendo atacadas desde Montevideo hasta Punta del Este, pasando por rutas, parques y costas del río de la Plata. Muchas se ven inclinadas, secas o ya muertas, en una imagen que genera tristeza y preocupación entre vecinos y especialistas.
Al principio, el insecto fue detectado en Canelones, donde en cuestión de semanas mató más de 2.000 ejemplares en un tramo de apenas 10 kilómetros. Hoy, su presencia se ha confirmado en al menos ocho departamentos: Montevideo, Canelones, Maldonado, Florida, Flores, San José, Colonia y Lavalleja.
Este escarabajo, de apenas 5 centímetros y color rojizo, se introduce en el interior de la planta y devora su tejido, lo que provoca la muerte del ejemplar en pocas semanas. El daño no es visible de inmediato, lo que complica su detección temprana.
Palmera dañada por picudo rojo, una plaga que amenaza el paisaje uruguayo.
Una de las mayores preocupaciones actuales es que la plaga llegue a los Palmares de Rocha, ubicados a 300 kilómetros de Montevideo, que forman parte de la Reserva de Biósfera Bañados del Este. Allí, miles de hectáreas están cubiertas de butiás, una especie autóctona que corre serio riesgo de contagio. Si eso ocurre, el impacto ecológico sería considerable, además de abrir la puerta a una posible migración de la plaga hacia Brasil.
El picudo rojo ya fue identificado en más de 60 países, pero dentro de Sudamérica, sólo Uruguay reportó su presencia hasta ahora. Especialistas advierten que es una plaga difícil de controlar por su capacidad de reproducción, velocidad de acción y porque ataca desde dentro, sin dejar señales externas en la etapa inicial.
Solo en Montevideo hay unas 5.000 palmeras en espacios públicos, pero si se suman las ubicadas en propiedades privadas, la cifra asciende a 19.000. Según estudios realizados con imágenes satelitales, cerca del 50% de ellas ya presentan signos de afectación.
El tratamiento para intentar salvar una palmera puede superar los 3.000 dólares. Como la mayoría de estos árboles está en predios particulares, muchas personas no pueden asumir ese costo, lo que lleva a que dejen los ejemplares afectados en pie, favoreciendo la expansión del escarabajo.
Un jardinero que trabaja exclusivamente en la tala de palmeras afectadas señaló que corta entre seis y ocho ejemplares por semana, y que el problema “ya se escapa de las manos”. La falta de ayuda estatal para propiedades privadas complica aún más el control.
Especialistas trabajan a contrarreloj para detener el avance del picudo rojo, que amenaza especies nativas y patrimonio paisajístico.
Recién en marzo de este año se conformó un grupo de trabajo a nivel nacional para coordinar acciones contra la plaga. Desde entonces, se elaboró una hoja de ruta y comenzaron a aplicarse tratamientos específicos, aunque las propias autoridades reconocieron que la respuesta fue tardía.
En Maldonado, se destinaron 625.000 dólares para conservar las palmeras del departamento, incluyendo las que embellecen la zona de Punta del Este. En Montevideo, la Intendencia anunció que se invertirán 70.000 dólares para tratar 844 ejemplares en el Parque Rodó, uno de los espacios más visitados de la ciudad.
Pero las dificultades son múltiples: los síntomas sólo se detectan en etapas avanzadas, el tratamiento es costoso, y hay pocas empresas con el equipamiento necesario. Además, el picudo no ataca sólo a las palmeras canarias utilizadas con fines ornamentales; también afecta la datilera, de valor económico por su fruto, y ha sido detectado en especies nativas como la butiá y la pindó.
Palmeras afectadas por plaga invasora en balneario uruguayo durante el invierno de 2025.
Un informe técnico entregado al Estado advirtió que el insecto representa una “amenaza importante para las palmas patrimoniales y nativas” del país. Se está capacitando personal, se aplican tratamientos en puntos críticos y se avanza en la coordinación interdepartamental, aunque el avance del insecto continúa.
En paralelo, la preocupación crece entre vecinos, trabajadores del rubro y especialistas. Muchos denuncian que hay ejemplares visiblemente afectados que aún no fueron intervenidos y que la plaga se sigue propagando silenciosamente.
La lucha contra el picudo rojo recién empieza, pero el tiempo corre y las palmeras —esas que adornan plazas, playas y rutas— podrían desaparecer si no se logra frenar el avance del escarabajo invasor que ya cambió la postal de muchos rincones del país.